viernes, 12 de agosto de 2011

“QUE EL HOMBRE NO SEPARE LO QUE DIOS A UNIDO”

El matrimonio para Jesús no es un simple acuerdo de dos que alegremente deciden convivir por una conveniencia egoísta y para satisfacer sus necesidades primarias; es mucho más que eso, porque es hacerse “una sola carne”, y en el matrimonio es Dios mismo el que sella la unión.
Al percibir en las palabras de Jesús la tremenda seriedad del matrimonio los discípulos se asombran, habituados como estaban a la realidad social de su época, donde el varón tenía amplias libertades para cambiar de mujer. Y llegan a decir que, si es así, es mejor no casarse. Pero Jesús responde que eso, que humanamente es difícil de comprender –una fidelidad para toda la vida- puede vivirse gracias a un “don de Dios” (v. 11). Y completa su explicación mostrando que esa fidelidad es posible puesto que también es posible que algunos renuncien a la sexualidad por el Reino de Dios, aunque también eso parezca difícil de aceptar (v. 12) (Víctor Fernández).

ORACIÓN: “Señor, otorga la gracia de la fidelidad a los que se han unido en matrimonio; concédeles que realmente se sientan una sola carne, que vivan el gozo de pertenecerse el uno al otro a pesar de todo y sepan superar las dificultades que amenazan al amor”.

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